Comienzo de media veda

Nos dábamos cita, como cada primer día de media veda, a las 6 de la mañana para la entrega de papeles y para realizar el sorteo. Una vez sorteados los puestos, y tras los típicos comentarios con los compañeros y de ver en qué lugar se encontraba nuestro puesto, nos montamos en los coches y pusimos rumbo al campo. 

Una vez allí ya amaneciendo, tras ir dejando atrás a varios compañeros, llegamos a nuestro puesto. Nada más llegar, cargamos el arma, y montamos una pantalla natural con ramas y olagas  para que las torcaces no nos vieran (ya que como todos sabemos, tienen muy buena vista) y ya solo nos quedaba esperar a que saliera el sol para que los pájaros salieran de sus dormideros. 

Sobre las 8 de la mañana se empezaron a escuchar los primeros disparos en las posturas, contándose los primeros abates de la mañana, mientras que nuestro puesto de momento estaba tranquilo. Al principio nos entraron un par de parejas un poco altas, que decidimos no tirar, esperando una mejor oportunidad. A los cinco minutos, una paloma suelta nos entró por detrás pillándonos desprevenidos, y que fallamos estrepitosamente debido a la rapidez del lance. La siguiente no tuvo la misma suerte, la vimos venir, nos ocultamos tras nuestro puesto, y en el momento justo salimos de debajo de la encina para bajarla con un buen disparo. A partir de aquí, fue un festival de lances para todo el mundo, unos con más fortuna que otros, para al final cobrar en nuestro puesto esta bonita percha de torcaces en una gran mañana de media veda.